Durante este encuentro, dialogamos en torno a la promoción de la salud mental en la adolescencia, reconociendo su importancia como parte fundamental del desarrollo integral en esta etapa de la vida. Se destacaron aprendizajes clave que nos permiten fomentar una cultura centrada en el autocuidado y la expresión emocional, entendidos como pilares esenciales para el bienestar adolescente.

Entre los factores protectores identificados, se resaltó el papel del acompañamiento de adultos significativos, quienes pueden facilitar espacios seguros, validar emociones y modelar estrategias saludables que contribuyen a la construcción de un proyecto de vida con sentido. Asimismo, se abordó el concepto de autoeficacia percibida, entendida como la capacidad de afrontar desafíos y gestionar emociones, desarrollada a partir de la vinculación afectiva y el acceso a recursos sociales que promuevan el sentido de comunidad. Se dialogó en torno al impacto de la norma social, es decir, aquel marco de referencia que el grupo considera aceptable o esperable, la cual influye significativamente en la forma en que los jóvenes interpretan sus experiencias, toman decisiones y buscan apoyo.

Finalmente, se subrayó la importancia de la flexibilidad cognitiva, definida como la capacidad de adaptar el pensamiento ante nuevas situaciones o contradicciones, una herramienta esencial para enfrentar la incertidumbre y el cambio característicos de esta etapa del desarrollo.