El P. Juan Bautista Coluccini, S.J., su arquitecto, se inspiró en la iglesia del Gesú de Roma y en su construcción participaron los hermanos Pedro Pérez y Diego Loessing. En 1767, con la expulsión de los jesuitas, el templo pasó a ser administrado por la Arquidiócesis de Bogotá y se le cambió su nombre por San Carlos, en honor a Carlos III, rey de España.

Entre 1840 y 1891 sirvió como viceparroquia de la catedral mientras esta se reconstruía. En 1892 el arzobispo de Bogotá Ignacio León Velasco, S.J. devolvió el templo a los jesuitas que habían regresado a la hoy República de Colombia en 1880. El arzobispo Bernardo Herrera Restrepo consagró el templo y lo dedicó de nuevo a San Ignacio de Loyola en 1904.

Este templo es una de las obras de arquitectura colonial más importantes de la Compañía de Jesús en Colombia. En él sobresalen el altar mayor, los altares de San Francisco Javier, Nuestra Señora de Loreto, la capilla del Rapto y la de San José pintada por el P. Santiago Páramo, S.J.

Sitios históricos de la “Manzana Jesuítica” en Bogotá

Compilador: P. Jorge Enrique Salcedo, S.J.